Los piojos y liendres han generado históricamente una enorme literatura científica pero cada año seguimos descubriendo cosas nuevas sobre ellos. Recientemente, dos científicos de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, han logrado trazar un mapa evolutivo bastante preciso que nos lleva al momento en que afectaron por primera vez a los mamíferos.
Ya es conocido que los antecesores directos de los piojos eran exclusivos de las aves. También que existen dos tipos principales de piojos: los mordedores, que se alimentan de la piel y sus secreciones; y los chupadores, que perforan la piel para consumir la sangre de sus huéspedes. Estos últimos son exclusivos de los mamíferos.
Ahora, analizando los genomas y árboles genealógicos de los piojos que parasitan a nuestros actuales compañeros de clase, estos científicos han situado hace 90 millones de años el momento del salto desde las aves a los mamíferos. Ahí se sitúa el inicio de una larga coevolución entre estos parásitos y sus huéspedes predilectos.
Pero además han establecido qué especies fueron las primeras en verse afectadas por esta molestia. Se trata de los elefantes, los damanes y las musarañas elefante, todos ellos miembros de una superorden denominada Afrotheria, localizada en el continente africano. Los investigadores norteamericanos determinaron que los piojos de estas especies eran los más antiguos dentro de su grupo.
Resistentes y diversificados
El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature, establece además que, si bien el paso de los piojos de aves a mamíferos fue un proceso largo y costoso, una vez aprendieron a alimentarse de ellos, la transición a otras especies fue muy rápida. En este sentido, fueron capaces de ir adaptándose a los cambios evolutivos que implicaron la desaparición de especies existentes y la aparición de otras nuevas.
El estudio confirma dos de las características principales de estos parásitos que los convierte en tan abundantes y molestos: su capacidad de resistencia a las distintas circunstancias y su facilidad para diversificarse y mejorar su adaptación. Hoy en día se conocen más de 5.000 especies distintas, de las que sólo dos afectan a los seres humanos: el Pediculus humanus (tan presente en momentos como el inicio del curso escolar) y el Pthirus pubis.